La ciencia de volver a Ti Misma
- Paula Velasco
- 28 jul
- 3 Min. de lectura
La verdad incómoda que muchas mujeres exitosas tardamos años en aceptar

Mientras más alto ascendemos —en lo profesional, lo familiar, lo social— más nos alejamos de ese centro interno donde habita la verdad de lo que sentimos. Y entonces nos convertimos en expertas en sostenerlo todo: los cargos, los vínculos, los estándares… hasta que el cuerpo nos dice basta.
Ese “basta” puede llegar como fatiga, ansiedad, insomnio, fibromialgia, desórdenes hormonales o simplemente como un desgano profundo ante todo lo que antes nos ilusionaba. Pero no es debilidad. Es una alarma biológica. Una señal de que hemos vivido demasiado tiempo desconectadas de nosotras mismas.
Cuando la neurociencia confirma lo que el cuerpo grita
En su libro Mindsight, el Dr. Daniel Siegel, psiquiatra y referente mundial en neurobiología interpersonal, plantea que:
“El cuerpo guarda la memoria emocional incluso cuando la mente la ha reprimido. La integración comienza cuando somos capaces de observar lo que sentimos, sin reprimirlo ni juzgarnos.”
¿Te suena familiar? ¿Cuántas veces te exigiste una sonrisa cuando por dentro se rompía algo? ¿Cuántas veces tuviste que liderar proyectos, sostener familias o responder correos… mientras tu sistema nervioso estaba pidiendo auxilio?
Lo que Siegel llama “desintegración”, muchas lo conocemos como estrés crónico o vivir en modo automático”.
La trampa invisible del piloto automático
Una mente que no ha sido integrada, dice Siegel, oscila entre el caos y la rigidez. Caos cuando nos desbordamos. Rigidez cuando funcionamos… pero desconectadas.
Y es aquí donde muchas mujeres líderes quedan atrapadas.
Porque sí, nos va bien. Sí, logramos lo que nos proponemos. Pero a costa de silenciarnos. A costa de dejar de sentir.
Y entonces aparecen los síntomas. No como castigo. Sino como mensajeros.
“No es tu cuerpo el que falla. Es la historia emocional que aun no has integrado. Volver al cuerpo es volver al poder.
El trabajo profundo no es cambiar de empleo, hacer más yoga o maquillarse mejor. Es aprender a reconocer la señal. Es entender que esa presión en el pecho, ese nudo en el estómago o esa sensación de “no estar presente” no son fallas… son invitaciones.
A respirar. A sentir. A habitarte.
Y eso no se logra solo con afirmaciones frente al espejo. Se logra con prácticas corporales que restauran la conexión: la respiración consciente, el reconocimiento emocional, la imagen auténtica y el liderazgo desde el centro.
Brillar sin culpa
Lo que enseño en mis cursos y sesiones no es cómo ser más productiva, ni cómo verse mejor para otros. Lo que enseño es cómo volver a ti para liderar desde tu verdad, no desde el reconocimiento externo.
Porque una mujer que se habita, no necesita validación. Irradia presencia. Y desde ahí se transforma.
3 claves prácticas para volver a ti (según la neurobiología:
Respira conscientemente al menos 3 veces al día. Detén tu mente. Siente tu cuerpo. El presente se construye en la exhalación.
Escucha tu cuerpo antes de responder. Antes de decir sí, antes de tomar una decisión. ¿Qué dice tu estómago? ¿Tus hombros?
Reescribe tu diálogo interno. El cuerpo responde a tu voz más que a tus hábitos. Cuida tus palabras: son comandos biológicos.
No estás sola. Y no estás rota. Solo estás lejos de ti.
"Habitarte" es el camino que diseñé para que regreses. Sin disfraces. Sin presión. Sin culpa. Solo tú, habitando tu verdad.





Comentarios